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Números Inmortales: The Sensational She-Hulk N°4 “Tall DisOrder”

[En la columna “Números inmortales“, recomendamos números que por una razón u otra, merecen ser recomendados, reseñados y analizados de forma particular… porque son eternos].

Todos saben que a Bruce Banner se le rompe la ropa cuando se convierte en Hulk. ¿No sería genial que tuviera una prima con un cuerpazo musculado pero esbelto y sensual a la que le pasara lo mismo? No puedo afirmar que la creación de She-Hulk haya partido de esa idea pero, leyendo la serie original de 1980, es evidente que tampoco había una gran planificación más allá de tener una versión femenina del personaje.

Por suerte para toda la industria del cómic norteamericano existió un tipo llamado John Byrne. Y el caso es que para 1989, el tal Byrne había hecho tantas maravillas que en Marvel ya le daban carta libre para cualquier experimento.
El barbudo canadiense ya había incluído a She-Hulk en su periodo al frente de los Cuatro Fantásticos y también había realizado una entrega de la colección Novela Gráfica protagonizada por ella, por lo que parecía lógico ofrecerle una nueva serie regular.
La cuestión era: uno de los artistas más prestigiosos del ambiente, que venía de romperla en algunas de las principales cabeceras de las dos grandes editoriales como X-Men, Fantastic Four o Superman… ¿querría ponerse al frente de un personaje de segunda (casi tercera) línea?
Claro que sí pero, como siempre, lo haría bajo sus condiciones.

Las peleas no aportan nada a la trama pero siempre es un placer verlo dibujar a Byrne

En esta oportunidad, la idea consistía en hacer una serie cómica en la que la protagonista fuera consciente de que era un personaje de cómics para, desde allí, poder reírse de todas las convenciones, los absurdos y ridículos del género, al tiempo que referenciaba los entretelones de la industria.
Como Deadpool pero antes y mejor.
Lo que hizo el barbudo canadiense acá fue genial, fresco y divertido. Tanto que, al marcharse tras el octavo número, ya había logrado un razonable éxito que hizo que la serie continuara sin él, e incluso, permitiera su regreso para retomarla entre los números 31 y 50.
Creo que podría elegir casi cualquier número de esta etapa pero las características de la columna me exigen que escoja solo uno y elijo el cuatro por una razón principal: Louise “Weezi” Mason.
Louise Mason es secretaria del fiscal de distrito pero en los años cuarenta fue Blonde Phantom. “¿La vieja heroína de Timely?” preguntará Jenny, utilizando el nombre que Marvel tenía en esa época. Y así era. Weezi había sido la protagonista de su propia serie pero, cuando esta se canceló, pasó a vivir en el mundo real. Al existir en nuestra realidad, ella y su esposo empezaron a envejecer, vieron el resurgir de Marvel y la reaparición de los viejos héroes que seguían siempre igual de jóvenes. Creyeron que alguna vez les tocaría el turno a ellos pero nunca ocurrió.
Finalmente, su marido falleció y ella (aunque ya no tenía ni la edad ni la figura para volver a ser la Fantasma Rubia) consiguió el puesto de secretaria del fiscal para, al menos, ser un personaje secundario y no seguir envejeciendo.

Weezi es el mejor secundario de la serie

Todo esto es una locura hermosa pero no voy a detenerme a analizarla porque ya lo hizo magistralmente y con un nivel de detalles increíble el groso de Andrés Accorsi en ¿Quien quiere ser superhéroe? Vayan a leerlo allá.
Lo importante es que Weezi no solo sabe que están en un cómic sino que, además, vivió en los dos mundos, por lo que la tiene bastante más clara que Jenny y puede pasar de una viñeta a la otra sin problemas. Con la revelación de este personaje secundario, la ruptura de la cuarta pared, la metaficcionalidad y todos los chistes que ellas generan se disparan exponencialmente.
Para no terminar esta reseña sin mencionar casi ningún elemento de la historia, resumo brevemente los dos mejores chistes del número:
Apenas verlo, She-Hulk se siente inmediatamente atraída por el fiscal de distrito pero Weezi le explica que es casado y tiene dos hijos. Siempre que algún elemento de la trama le parece flojo, Jenny le tira frases hirientes a Byrne, pero esta vez se enoja tanto que quiere salir de la viñeta a fajarlo. Entonces la secretaria la detiene diciéndole: “¡Contrólese! Estamos entintadas, coloreadas e impresas! ¡Ahora, hay un lector ahí afuera!”

Y pensar que Animal Man necesitó comer peyote para esto

La pelea del número es contra El Zancudo, villano ridículo de Daredevil. Para que no se le rompa la ropa de oficina, Jen se la saca y se queda en body. Para el caso, un body es casi igual al traje oficial del personaje, pero Byrne se preocupa mucho en que se note la diferencia en cada viñeta. El body le queda más suelto, se le hacen arrugas con el movimiento… Es como si el autor quisiera desnaturalizar esa convención que tenemos tan incorporada de que los superhéroes peleen siempre casi en bolas y, para eso, no deja que nos olvidemos en ningún momento de que la protagonista está en ropa interior.
Finalmente, después de haber recibido una descarga eléctica, caer desde ochenta metros y perforar el suelo con su propio cuerpo hasta las vías del subte donde un tren la atropella, Wezzi le pregunta cómo es que su body sigue intacto. A lo que Jenny contesta: “Es verdad. Supongo que las cosas han cambiado un poco en los cómics desde los cuarenta. Mira la etiqueta en mi espalda.”

¡Excelsior!

Facundo Vazquez

Profe de literatura proveniente del conurbano profundo. Ama la historieta, su historia y es nuestro embajador en Croacia.

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